Para la mayoría de las madres y padres sus hijos son un “tesoro” que resguardar de su entorno,la privacidad y seguridad son fundamentales para la vida de los niños. Muchas familias no sacan fotos ni las comparten en las redes porque lo prefieren así. Pero desde hace años los famosos exponen a sus hijos en las revistas y redes desde la típica sesión de fotos desnudos,el primer baño,cambio de pañales hasta la primera palabra.
En los últimos dos años se reabrió la polémica en nuestro país ante los nacimientos y exposición de hijos de famosos como es el caso del hijo de Marley,el famoso Mirko, que tan sólo con un año de vida tiene una cuenta en Instagram con cerca de 4 millones de seguidores. Otro caso es el de Matilda hija de Luciana Salazar quien hizo un reality shows en canal 13 de los primeros días de maternidad,también la niña tiene su cuenta en la red del momento Instagram ,con 184 mil seguidores y por último Dionisio hijo del bailarín Flavio Mendoza aunque el niño no tiene cuenta propia,si es mostrado por su padre en su perfil. Mirko además tiene un título internacional,El libro récord Guinness lo incluirá como "el bebé más viajado del mundo" y también recibió un Martín Fierro Digital de Oro.Son los llamados “it baby” y llegan a ser más famosos que sus padres.Además hay que decir que no sólo fue la exposición la que dio que hablar en los medios masivos y redes sino también el alquiler de vientre en los casos anteriores.
Otros casos son Antonia, hija del actual presidente Mauricio Macri; Salvador, de Vicky Xipolitakis y Francesco de Morena Rial entre otros.
Esta exposición se llama “sharenting”proviene del anglicismo share (compartir) y parenting(paternidad) consiste en compartir en las redes los diversos momentos de sus hijos. Pero no sólo sucede este fenómeno en nuestro país sino también mundialmente, hijos de famosos internacionales son retratados, perseguidos y expuestos desde bebés como Shilon hijo de Angelina Jolie y Brad Pitt, hijos de Michael Jackson, Will Smith, Indio Downey hijo de Robert Downey Jr, hijos de Kardashian y muchos más.
Las cuentas muestran el día a día de los niños,sus monerías,risas,aprendizajes,viajes y hasta hacen publicidades de ropa,pañales y alimentos.Los perfiles son administrados por sus progenitores.Aunque los menores tienen miles de seguidores reciben críticas apuntadas hacia sus padres por la exposición de menores en las redes sociales.Los comentarios aluden a que no hace falta hacer un reality aunque sean sus hijos. Ellos no son consultados si desean ser observados por millones de personas.
Vivimos en un mundo digital, varían las formas de crianza y comunicación entre padres e hijos, debemos reflexionar sobre las maneras de comunicar,los derechos de los niños, las consecuencias de la exposición de los menores en las redes sociales ,la pérdida de infancia y privacidad. Para eso recurriremos a diferentes investigaciones sobre el tema y terminaremos con una conclusión del equipo de Fénix.
El Lic. Sergio Farinelli, Especialista en Infancia, nos dice que hoy en día se debate si los menores deberían ser parte de un “reality show” en las redes sociales. Desde la llegada de las redes sociales a nuestras vidas hemos visto nacer a muchos bebés. Fotos de ecografías, o aquellas que captan el momento preciso en el que el papá recibe a su hijo recién nacido, o los cumpleaños de muchos niños y una gran diversidad de imágenes las cuales involucran la vida de muchas personas y sus hijos. Seguramente en este momento ves en tu Instagram donde aparece la foto de un hijo de un famoso de solo unos meses de vida y dices, es precioso! sonriente! la foto ya está en la red y miles de personas podrían acceder a ella desde ese momento. Surge así la pregunta inmediata de muchas personas quienes cuestionan este tipo de acciones diciendo; no hay que hacer un reality con los niños aunque sean nuestros hijos.
¿Cuál es el real sentido que debemos dar a este tipo de situaciones? Muchos hijos de familiares y amigos nos permiten verlos cuando están lejos a través de imágenes, las que suelen ser tiernas o divertidas, y esto también es un reality de muchos padres con sus hijos la diferencia está, en que no son famosos, o quizás no obtienen miles de like en su Instagram. Es preciso entender que mientras unos opinan que hay que tomarse las posibilidades de las redes con naturalidad, otros advierten controversias en estas prácticas tan comunes y habituales en nuestros días y también en nuestras vidas, lo que puede ser aceptado pero no debe ser tomado como la única verdad.
Hoy en día los métodos de crianza van cambiando y también se ven atravesados por las modas. Criar un hijo nunca es algo que resulte sencillo, pero, si además sus padres son famosos, están rodeados de flashes, privilegios y demasiada visibilidad mediática, todo esto se transforma en un combo aún más complicado, lo que no implica que este tipo de vida online al cual se someten a los hijos esté bien o mal, es una de las tantas y múltiples formas que las redes sociales ofrecen a padres famosos para criar a sus hijos, de ahí en más que cada persona comparta este criterio es algo que no se transforma en determinante. Claro está, que en materia "de crianza se pone en juego todo, hay quienes poseen posiciones rígidas y estereotipadas y de esta manera lo cuestionan todo. Los famosos incorporan a sus vidas y sus tiempos su mayor tesoro, que son sus hijos. No sólo se ocupan del amor que sienten por ellos sino que adaptan sus agendas para ocuparse del cuidado de sus hijos y compartir sus rutinas.
Silvina Tantone, especialista en Educación y Nuevas Tecnologías, Mentora Educativa de Argentina Cibersegura ONG, nos explica que el sharenting es un anglicismo utilizado para describir la práctica de publicar en las redes sociales fotos y contenido de niños, principalmente por parte de los padres. En el ámbito digital es un fenómeno que puede considerarse relativamente nuevo y que representa un cambio cultural en la forma en que los más chicos crecen. Se trata de una acción que, en general, está acompañada de insuficiente reflexión previa, al igual que muchas otras acciones que realizamos a medida que nos apropiamos de las tecnologías de la comunicación vigentes.
Tenemos la responsabilidad de detenernos a pensar antes de postear, para seguir cuidándolos tal como lo hacemos en los otros ámbitos de sus vidas.
Silvina Tantone nos cuenta una experiencia persona de ella con el sharenting analogico, en la que habla de como odia una foto suya que su madre tiene en un portarretratos a la vista de todos pero se consuela con el hecho de que nadie la verá. y tiene razón en ese punto. El sharenting analógico tiene su lado inofensivo. ella reflexiona sobre cómo se sentirían sus hijas si hubiera subido fotos de ellas en redes sociales y llega al planteo al leer el artículo de su colega Javier Lombardi ¿Qué margen les hubiera dejado a sus hijas, hoy adultas, para que eligieran qué parte de sus vidas querrían mantener en la intimidad? ¿Qué tan libres serían de presentarse ante el mundo a su manera, tal como lo hice ella?
Estamos en la era de la imagen, de la espectacularización de nuestras vidas a través de medios audiovisuales. Por eso, no es de extrañar que los bebés ya tengan presencia digital desde que están en la panza. Quizá, construir la biografía online de nuestros niños también sea una moda pasajera.
ella nos explica que los ejemplos que compartió sobre el sharenting analogico es pertinente para quitarle todo el peso de la culpa a Internet. Es que el ser humano siempre hace uso de las tecnologías disponibles para dejar huellas, desde las mismísimas rocas que analizamos para poder conocer la historia de la humanidad.
Sin embargo, la cosa es distinta en los tiempos que corren. Internet imprime perpetuidad a los portarretratos y a algunas partes de su superficie las vuelve punzantes, de tal forma que si las tocamos, a veces nos podemos lastimar. Si bien es inocente pensar que desaparecerá para siempre algo que publicamos en cualquier medio de comunicación, la realidad indica que se necesitan ciertos conocimientos, que no se adquieren de manera espontánea, para moverse de manera segura y responsable en el mundo digital. Es bien intuitivo el uso, no así sus consecuencias, y los adultos vamos aprendiendo por ensayo y error.
Suena complicado enseñar a desarrollar hábitos digitales saludables, cuando ni siquiera los imaginamos. No hay recetas para ser padres y madres, “se hace camino al andar” (como dice la canción). Y menos para terrenos poco explorados. No obstante, el artículo de Javier Lombardi sobre los perfiles “promo” en Instagram y cómo éstos pueden afectar la reputación de los jóvenes, nos invita a reflexionar sobre el alcance del sharenting en la actualidad, y a anticipar el efecto que compartir determinada información de nuestros hijos e hijas puede llegar a tener en sus vidas.
esta sobreexposión, que en la mayoría de las ocasiones se produce sin permiso explícito por parte del niño, puede conllevar peligros como el ciberacoso, grooming, suplantación de identidad, robo de datos u otros delitos relacionados con internet.
Según las estadísticas, al cumplir los seis meses el 81% de los bebés ya tiene presencia en Internet, y en sus cinco primeros años de vida habrá 1.000 fotografías suyas circulando por la red. Además, un 5% de los niños menores de dos años cuenta con un perfil en redes sociales creado por sus padres, cifra que se incrementa a medida que van cumpliendo más edad.
En la mayoría de las ocasiones los padres no piden permiso a sus hijos para compartir material audiovisual o información sobre ellos, y últimamente hemos visto cómo esto ha llevando a algunos adolescentes a denunciar a sus padres por considerar que la información y fotos publicadas durante su infancia han arruinado su vida y reputación.
No en vano, según la universidad de Michigan, el 56% de los padres cuelga fotografías potencialmente vergonzosas de sus hijos, que puede afectarles durante su adolescencia o incluso en su etapa adulta, interfiriendo en su vida social y laboral.
Y es que no somos conscientes de que todo el material de nuestros hijos que vamos subiendo a Internet va formando su huella digital, que quedará en la nube para siempre.
Esto llevará a que cuando alguien realice una búsqueda en Internet con el nombre de nuestro hijo, ahora o dentro de 20 años, le aparecerá lo que nosotros hemos ido construyendo; es decir, su reputación digital.
Esto es algo sumamente importante, y aunque en un primer momento a los padres pueda parecernos un tema banal, para nuestro hijo podría no serlo en un futuro y considerar que hemos violado su derecho a la intimidad o hemos perjudicado de alguna manera su honor.
La huella digital de nuestros hijos construida sin su permiso es sólo una de las muchas consecuencias que acarrea el sharenting, una práctica que aunque los padres realizan sin ninguna maldad, puede entrañar graves riesgos para el menor, según explican los expertos.
Ciertas fotografías o informaciones publicadas pueden afectar a la reputación del niño, perjudicándole en su entorno social o en el colegio. Quizá los padres no se dan cuenta cuando publican en redes sociales datos privados de sus hijos, como problemas de salud, gustos, circunstancias académicas, problemas de comportamiento...
Pero todo esto puede llevarle a sufrir situaciones de ciberacoso o bullying, además de chantajes o amenazas. No debemos olvidar que las fotografías o información que subimos a Internet puede reproducirse de manera indefinida en muy poco tiempo, y acabar en manos peligrosas o expuesta en lugares inapropiados. Compartir la intimidad de otros no es gratuito. Basta un dato difundido en 2015 por la Oficina del Comisionado de Seguridad Electrónica de Australia: entonces detectaron que el 50% de las imágenes que circulaban en sitios pedófilos habían salido de los posteos “inocentes” de los padres.
Los datos que nosotros publicamos les sirven para conocer más acerca del niño, sus gustos, fecha de cumpleños, colegio en el que estudia, imágenes de su vida cotidiana... provocando una grave situación de vulnerabilidad en el menor.
Toda esta información es aprovechada por los pedófilos para contactar con los niños y ganarse su confianza, lo que se conoce como grooming o ciberengaño pederasta.
“El derecho a la intimidad está en la Convención de los Derechos del Niño. Algunos padres no entienden bien los que significa resguardarlos durante la infancia. Los chicos nacen con derechos. El ejercicio de esos derechos los van garantizando los adultos. A medida que los chicos crecen, adquieren autonomía, lo que llamamos ‘autonomía progresiva’. Pero el derecho lo tienen desde el momento en que nacen”.
Quienes compulsivamente postean fotos o comentarios de sus hijos suelen escudarse en,
a) que a ellos no les molesta,
y b) que a ellos les gusta.
Bendel enmarcó esta cuestión:
“La autonomía progresiva tiene como condición la comprensión del ejercicio de ese derecho. Yo me pregunto si un bebé de seis meses o un niño de cuatro años entiende la dimensión que tiene la exposición de su imagen en las redes. De hecho, esas plataformas fijan los 12 o 13 años como la edad permitida para empezar a usarlas. Coincide con la autonomía progresiva que está fijada en el nuevo Código Civil”
El problema -y la preocupación- es global. Por eso, la organización internacional Child Rescue Coalition lanzó una campaña en Instagram en la que invita a crear y postear un cartel pidiendo privacidad, con algunos de los hashtags que rastrean los pedófilos en la red.
Andrés Roussos es docente de Metodología de la Investigación de la Facultad de Psicología de la UBA e investigador del Conicet. Desde su sitio lipstic.org se enfoca en temas de salud mental y tecnologías del bienestar. En la charla sobre sharenting sumó un concepto: la individuación.
“Los chicos transitan un camino paulatino hacia la individuación, lo que incluye sus espacios e intimidad. Su imagen es parte de aquello que quieren preservar. A la vez, el uso que nosotros, los adultos, hacemos de cualquier red social, sea Facebook o Instagram, es distinto del que la dan los adolescentes”, explicó.
¿Qué es lo distinto? “La intencionalidad. No usamos las redes con la misma intención con que las usa un adolescente o un niño. Ellos quieren armar sus redes de contacto, establecer una forma de llegar a otro”, señaló Roussos.
Luis Lubeck, especialista en seguridad informática de ESET Latinoamérica, explicó la importancia de comprender y respetar los distintos niveles de expectativa de privacidad: “Con los bebés es imposible suponer que haya un consentimiento, así que cobra mucha más importancia el uso del sentido común y analizar con qué fin se publica la imagen, el alcance que podrá tener y el impacto a futuro. No se puede dejar de mencionar la posible exposición a burlas o ciberbullying por las fotos viejas en la red”.
Sebastián Stranieri, CEO de VU, empresa que desarrolla software para la prevención de fraude informático (en su perfil de Instagram @anti.hacks ofrece consejos de todo tipo), enfatizó que “el principal problema es que muchos no entienden el alcance de lo que están publicando. Comparten lo que no deberían compartir”. Estimó que “en ocho de cada diez publicaciones ponemos cosas de otros. Lo más peligroso son los ‘lives’ y las publicaciones en tiempo real, donde cualquiera puede saber dónde estás y qué estás haciendo”.
Y concluyó: “La identidad digital de los niños está ninguneada: es su DNI, su cara. Las redes sociales tienen las herramientas para frenar grandes amenazas como el ciberbullying, el grooming y las redes de pedofilia. Pero la responsabilidad es también de los padres, que obran con la identidad de un tercero: su propio hijo
Consciente de las dudas y preocupaciones que despierta el uso de las TIC, el espacio #PorUnUsoLoveDeLaTecnología,ofrece a los padres información, vídeos y consejos para hacer un uso correcto y responsable de las tecnologías.
Y en lo que respecta al sharenting, también nos ofrece una serie de recomendaciones a seguir si decidimos publicar información o fotografías de nuestros hijos en Internet:
Familiarizarse con las políticas de privacidad de las redes sociales en las que vayamos a publicar información.
Activar notificaciones que alerten cuando el nombre de nuestro hijo haya sido objeto de búsqueda en Google.
Compartir la información de manera anónima y no mostrar sus caras. En este sentido, la abogada María Sánchez nos comentaba además en una entrevista la importancia de proteger la identidad de los niños no facilitando sus nombres, localizaciones, colegio donde estudian ni ningún otro dato personal.
Así mismo, debemos saber que publicar en redes sociales la imagen de otros menores que no sean nuestros hijos sin el consentimiento de sus padres, está absolutamente prohibido, ya que estaremos violando su derecho a la intimidad.
Consultar siempre a los niños antes de publicar cualquier foto o información sobre ellos, y respetar su opinión y decisión si nos piden que no publiquemos acerca de sus vidas en redes sociales.
Nunca publicar fotografías en las que el menor aparezca desnudo, ni siquiera de recién nacido o bebé.
Pensar en el efecto que puede tener lo compartido, y cómo puede afectar la autoestima de nuestros hijos.
Y si ya hemos compartido fotografías o información de nuestros hijos en nuestros perfiles sociales, se aconseja revisar la privacidad de nuestras publicaciones, teniendo en cuenta que en Facebook la imagen de portada y de perfil son públicas. Así mismo, tampoco debemos descuidar nuestra imagen de perfil de Whatsapp.
Como conclusión, podemos resaltar que lo más importante siempre es proteger a los niños y su intimidad para que puedan tener una infancia sana. Desde que las redes sociales entraron en auge, el límite de intimidad y privacidad de las personas fue desvaneciéndose poco a poco, y hoy en día nos encontramos con muchos fenómenos que surgen en las redes y que se promueven en ellas. Uno de ellos es la sobreexposición, y hoy hemos podido charlar y debatir acerca de cómo esto afecta especialmente a los niños, los cuales cada vez están más cerca de la tecnología.
A esta sobreexposición de los niños en las redes sociales, como hemos expuesto anteriormente, se le llama “sharenting”, y su particularidad es que son los mismos padres los que la realizan e inclusive son los que crean y gestionan sus perfiles en las distintas redes. Se crea una especie de reputación digital, de la cual el niño no tiene ningún conocimiento.
Como hemos nombrado también, son muchos los famosos los que suelen caer en el sharenting, y la crítica más fuerte es que transforman las vidas de sus hijos en un reality show. Hay que pensar que ya de por sí, los hijos de los famosos no tienen vidas normales porque nacen y crecen rodeados siempre de la atención de un público y siempre habrá quienes quieran sacar beneficio de su status y situación económica.
A causa de este fenómeno se han abierto muchos debates en nuestro país, acerca de sus consecuencias y efectos en los chicos, ya que ellos particularmente no brindan ninguna clase de consentimiento para ser expuestos en internet. Todo esto puede llevar no sólo a transgredir los derechos de los niños, sino a la pérdida de la privacidad, además de exponerlos a peligros aún mayores como el grooming, la pedofilia, ciberacoso, suplantación de identidad, robo de datos u otros delitos cibernéticos. Por ello siempre hay que respetar ciertos límites, ser conscientes a la hora de publicar información personal, o de otros, por más que fueren nuestros hijos, y poner siempre primero la seguridad y privacidad de los niños respetando su opinión y fomentando una infancia saludable y feliz.
Recopilación de información y redacción: Meli Moreno, Mariángel Bagatoli y Vicky Jalif
Fuentes: